La
educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer,
aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.
APRENDER A
CONOCER, combinando una cultura general suficientemente amplia con la
posibilidad de profundizar los conocimientos de un pequeño número de materias.
Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las
posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.
APRENDER A
HACER a fin de adquirir no solo una cualificación profesional sino, una
competencia que capacite al individuo para hacer frente a un gran número de
situaciones y a trabajar en equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco
de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los
jóvenes y adolescentes, bien espontáneamente a causa del contexto social y
nacional, bien formalmente gracias al desarrollo de la enseñanza por
alternativa.
APRENDER A
VIVIR juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las
formas de interdependencia (realizar proyectos comunes y prepararse para tratar
conflictos) respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y
paz.
APRENDER A
SER para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de
obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad
personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades
de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades
físicas, aptitud para comunicar...
Jaques Delors. La
educación encierra un tesoro.
Informe a la Unesco de la Comisión
Internacional sobre la educación para el siglo XXI.
Santillana Ediciones/ UNESCO.
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